La mejor didáctica para la disolución del Yo, se halla en la vida práctica intensamente vivida.
La convivencia es un espejo maravilloso donde el Yo se puede contemplar de cuerpo entero.
En la relación con nuestros semejantes, los defectos escondidos en el fondo sub-consciente, afloran espontáneamente, saltan fuera, porque el subconsciente nos traiciona y si estamos en estado de alerta percepción, entonces, los vemos tal cual son en Sí mismos.
La mejor alegría para el gnóstico es celebrar el descubrimiento de alguno de sus defectos.
Defecto descubierto, defecto muerto. Cuando descubrimos algún defecto, debemos verlo en escena como quien está viendo cine, pero sin juzgar ni condenar.
No es suficiente comprender intelectualmente el defecto descubierto, se hace necesario sumergirnos en profunda meditación interior para atrapar al defecto en los otros niveles de la mente.
La mente tiene muchos niveles y profundidades y mientras no hayamos comprendido un defecto en todos los niveles de la mente, nada habremos hecho por mas que creamos que estamos muriendo, no basta con solo orar y pedir a nuestra madre divina que lo elimine, recordemos que cada defecto tiene atrapada una virtud, conciencia embutida, nuestra madre divina no es asesina de conciencias, antes de ser eliminado el defecto, este tiene que ser plenamente comprendido y encontrar a través del estudio de si mismo la razón del porque fue creado, si no se estudia profundamente el ego y no se comprende éste continuará existiendo como demonio tentador en el fondo de nuestro propio subconsciente.
Cuando un defecto es íntegramente comprendido en todos los niveles de la mente, entonces, éste se desintegra, al desintegrar y reducir a polvareda cósmica el Yo que lo caracteriza.
Así es como vamos muriendo de instante en instante. Así es como vamos estableciendo dentro de nosotros un centro de conciencia permanente, un centro de gravedad permanente.
Dentro de todo ser humano que no se halle en último estado de degeneración, existe el Budhatta, el Principio budhístico interior, el material psíquico o materia prima para fabricar eso que se llama Alma.
El Yo pluralizado gasta torpemente dicho material psíquico en explosiones atómicas absurdas de envidias, codicia, odios, celos, fornicaciones, apegos, vanidades, etc.
Conforme el Yo pluralizado va muriendo de instante en instante, el material psíquico se va acumulando dentro de nosotros mismos, convirtiéndose en un centro permanente de conciencia.
Así es como vamos individualizándonos poco a poco. Desegoistizándonos nos individualizamos. Empero, aclaramos que la individualidad no es todo, con el acontecimiento de Belén debemos pasar a la sobre-individualidad
El trabajo de disolución del Yo es algo muy serio, no creamos que solo con la oración como en el camino del monje nos vamos a transformar, Necesitamos estudiarnos a sí mismos, profundamente, en todos los niveles de la mente. El Yo es un libro de muchos tomos.
Necesitamos estudiar nuestra dialéctica, pensamientos, emociones, acciones de instante en instante, sin justificar ni condenar. Necesitamos comprender íntegramente en todas las profundidades de la mente, todos y cada uno de nuestros defectos.
Es la vida misma un magnifico gimnasio psicológico para conocernos a nosotros mismos, recordando aplicar la atención como requisito primario para el sistema de observación y auto-observación, vivimos en 2 mundos, el externo y el interno, el conocerlos y hacernos concientes en ambos mundos es indispensable para aquel que quiere transformarse, en la observación ponemos atención al mundo externo, en las impresiones que llegan a nosotros y entonces que efecto ocasionan en nuestro mundo interno, para descubrirlas se hace necesario volcar nuestra atención a nuestro interior a través de la auto-observación y el recuerdo de si.
El Yo pluralizado es el subconsciente. Cuando disolvemos el Yo, el subconsciente se convierte en consciente.
Necesitamos convertir el subconsciente en consciente y eso sólo es posible logrando la aniquilación del Yo.
Cuando el consciente pasa a ocupar el puesto del subconsciente, adquirimos eso que se llama conciencia continua.
Quien goza de conciencia continua, vive consciente en todo instante, no sólo en el mundo físico sino también en los mundos superiores.
La humanidad actual es subconsciente en un noventa y siete por ciento, y por ello, duerme profundamente, no solamente en el mundo físico, sino también en los mundos suprasensibles durante el sueño del cuerpo físico y después de la muerte.
Necesitamos la muerte del Yo, necesitamos morir de instante en instante, aquí y ahora, no solamente en el mundo físico, sino también en todos los planos de la Mente cósmica.
Debemos ser despiadados para con nosotros mismos y hacerle la disección al Yo con el tremendo bisturí de la autocrítica.
LA TRANSFORMACIÓN DE LAS IMPRESIONES
Vamos a hablar de la transformación de la vida y esto es posible si uno se lo propone profundamente.
Transformación, significa que una cosa cambia en otra cosa diferente. Es lógico que todo es susceptible a cambios.
Existen transformaciones muy conocidas en la materia. Nadie podría negar, por ejemplo, que el azúcar se transforma en alcohol y que éste se convierte en vinagre por la acción de los fermentos. Esta es la transformación de una sustancia molecular. Uno sabe de la vida química de los elementos, por ejemplo, el radio se transforma lentamente en plomo.
Los alquimistas de la Edad Media hablaban de la transmutación del plomo en oro. Sin embargo, no siempre hacían alusión a la cuestión metálica meramente física. Normalmente querían indicar con tal palabra, la transmutación del plomo de la personalidad en el oro del espíritu. Así pues, conviene que reflexionemos en todas estas cosas.
En los Evangelios, la idea del hombre terrenal, comparable éste con una semilla capaz de crecimiento, tiene la misma significación que la idea del renacimiento del hombre que nace otra vez. Es obvio que si el grano no muere la planta no nace. En toda transformación existe muerte y nacimiento.
En la Gnosis consideramos al hombre como una fábrica de tres pisos que absorbe normalmente tres alimentos.
El alimento común, que se corresponde con el piso inferior de la fábrica, a la cuestión ésta del estómago. El aire, que naturalmente está en relación con el segundo piso, con los pulmones. Y las impresiones, que indubitablemente están asociadas con el tercer piso o cerebro.
El alimento que comemos sufre sucesivas transformaciones, esto es incuestionable. El proceso de la vida, en sí misma y por sí misma, es la transformación. Cada criatura del universo vive mediante la transformación de una substancia en otra. El vegetal, por ejemplo, transforma el agua, el aire y las sales de la tierra en nuevas substancias vegetales vitales, en elementos útiles para nosotros, como pueden ser las nueces, las frutas, las papas, el limón, etc. Así pues, todo es transformación.
Por la acción de la luz solar varían los fermentos de la naturaleza. Es incuestionable que la sensible película de la vida, que normalmente se extiende sobre la faz de la Tierra, conduce a toda la fuerza universal hacia el interior mismo del mundo planetario. Pero cada planta, cada insecto, cada criatura y el mismo animal intelectual, equivocadamente llamado hombre, absorbe, asimila determinadas fuerzas cósmicas y luego las transforma como también las transmite inconscientemente a las capas inferiores del organismo planetario. Tales fuerzas transformadas se hallan íntimamente relacionadas con toda la economía del organismo planetario en que vivimos. Indubitablemente, cada criatura, según su especie, transforma determinadas fuerzas que luego transmite al interior de la tierra para la economía del mundo. Así pues, cada criatura que tenga existencia cumple las mismas funciones.
Cuando comemos un alimento necesario para nuestra existencia, éste es transformado, claro está, en etapa tras etapa, en todos esos elementos tan indispensables para nuestra misma existencia. ¿Quién realiza dentro de nosotros esos procesos de transformación de las substancias? El Centro Instintivo, es obvio. La sabiduría de este centro es realmente asombrosa.
La digestión, en sí misma, es transformación. El alimento en el estómago, es decir, en la parte inferior de esta fábrica de tres pisos del organismo humano, sufre transformación. Si algo entrara sin pasar por el estómago, el organismo no podría asimilar sus principios vitamínicos ni sus proteínas, eso sería sencillamente una indigestión. A medida que vamos reflexionando sobre este tema, llegamos a comprender la necesidad de pasar por una transformación.
Claro está que los alimentos físicos se transforman, pero hay algo que nos invita a la reflexión: ¿Existe en nosotros la transformación educada de las impresiones?
Para el propósito de la naturaleza propiamente dicha no hay necesidad alguna de que el animal intelectual, equivocadamente llamado hombre, transforme realmente las impresiones. Pero un hombre puede transformar sus impresiones por sí mismo, poseyendo, naturalmente, un conocimiento, dijéramos, de fondo, y hay que comprender el por qué de esa necesidad.
Resultaría magnifico transformar las impresiones. La mayoría de las gentes, como se ven en el terreno de la vida práctica, creen que este mundo físico les va a dar lo que anhelan y buscan. Realmente, ésta es una tremenda equivocación. La vida, en si misma, entra en nosotros, a nuestro organismo, en forma de meras impresiones. Lo primero que debemos comprender es el significado del trabajo esotérico relacionado íntimamente con el mundo de las impresiones.
¿Qué necesitamos transformarlas? ¡Es verdad! Uno no podría realmente transformar su vida si no transforma las impresiones que le llegan a la mente.
Las personas que lean estas líneas deben reflexionar en lo que aquí se está diciendo. Estamos hablando de algo muy revolucionario, pues todo el mundo cree que lo físico es lo real, pero si nos vamos un poco más a fondo, vemos que lo que realmente estamos recibiendo a cada instante, en cada momento, son meras impresiones.
Si vemos una persona que nos agrada o desagrada, lo primero que obtenemos son impresiones de esa naturaleza, ¿verdad? Esto no lo podemos negar. La vida es una sucesión de impresiones, no como creen los ignorantes ilustrados, que es una cosa física de tipo exclusivamente materialista. ¡La realidad de la vida son sus impresiones !
Claro está que las ideas que estamos emitiendo resultan no muy fáciles de captar, de aprehender. Es posible que los lectores tengan la certeza de que la vida existe como tal mas no como sus impresiones. Están tan sugestionados por este mundo físico que, obviamente, así piensan. La persona que vemos sentada, por ejemplo, en una silla, allá, con tal o cual traje de color; aquél que nos saluda, aquél que nos sonríe, etc., son para nosotros realmente verdad .
Pero, si meditamos profundamente en todos ellos, llegamos a la conclusión de que lo real son las impresiones. Estas llegan, naturalmente, a la mente a través de la ventana de los sentidos.
Si no tuviéramos los sentidos, por ejemplo, ojos para ver, ni oídos para oir, ni boca para gustar los alimentos que ingiere nuestro organismo. ¿Existiría para nosotros eso que se llama mundo físico? Claro que no, absolutamente no.
La vida nos llega en forma de impresiones y es allí, precisamente, donde existe la posibilidad de trabajar sobre nosotros mismos. Ante todo, ¿qué debemos hacer? Hay que comprender el trabajo que debemos hacer. ¿Cómo podríamos lograr una transformación psicológica de sí mismos? Pues efectuando un trabajo sobre las impresiones que estamos recibiendo a cada instante, a cada momento. Este primer trabajo recibe el nombre de Primer Choque Consciente. Este se relaciona con estas impresiones que son todo cuanto conocemos del mundo exterior. ¿Qué tamaño tienen las verdaderas cosas, las verdaderas personas?
Necesitamos transformarnos internamente cada día. Al querer transformar nuestro aspecto psicológico necesitamos trabajar sobre las impresiones que entran a nosotros.
¿Por qué llamamos al trabajo sobre la transformación de las impresiones, el Primer Choque Consciente? Porque el "choque" es algo que no podríamos observar en forma meramente mecánica. Esto jamás podría hacerse de manera mecánica, se necesita un esfuerzo auto-consciente. Es claro que cuando se comience a comprender este trabajo, se comenzará a dejar de ser el hombre mecánico que sirve a los fines de la naturaleza.
Si se piensa ahora en todo el significado de todo cuanto se les enseña aquí, por vía del esfuerzo propio, empezando por la observación de sí mismo, verán que en el lado práctico del trabajo esotérico todo se relaciona íntimamente con la transformación de las impresiones y lo que resulta naturalmente de las mismas.
El trabajo, por ejemplo, en las emociones negativas, sobre los estados de ánimo enojosos, sobre la identificación, sobre la autoconsideración, sobre los yoes sucesivos, sobre la mentira, sobre la autojustificación, sobre la disculpa, sobre los estados inconscientes en los que nos encontramos, se relaciona en todo con la transformación de las impresiones y lo que resulta de todo ello. Convendrá que, en cierto modo, el trabajo sobre sí mismos se compare a la disección, en el sentido de lo que es una transformación. Es necesario formar un elemento de cambio en el lugar de entrada de las impresiones, no lo olviden.
Mediante la comprensión del trabajo, ustedes pueden aceptar la vida como un trabajo, realmente entonces entrarán en un estado constante de recuerdo de sí mismos, llegará a ustedes naturalmente el terrible realismo de la transformación de las impresiones. Las mismas impresiones, normalmente, o supra-normalmente dijéramos mejor, los llevaría a una vida mejor en lo que a ustedes naturalmente respecta y ya no obrarían más sobre todos ustedes como lo hacían en el comienzo de su propia transformación.
Pero mientras ustedes sigan pensando de la misma manera, tomando la vida de la misma manera, es claro que no habrá ningún cambio en ustedes. Transformar las impresiones de la vida es transformarse uno mismo. Esta forma enteramente nueva de pensar nos ayuda a efectuar tal transformación. Todo este discurso está basado exclusivamente sobre la forma radical de transformarnos. Si uno no se transforma nada logra.
Comprenderán ustedes, naturalmente, que la vida nos exige continuamente reaccionar. Todas esas reacciones forman nuestra vida personal. Cambiar la vida de uno es cambiar realmente nuestras propias reacciones. La vida exterior nos llega como meras impresiones que nos obligan incesantemente a reaccionar en una forma, dijéramos, estereotipada. Si las reacciones que forman nuestra vida personal son todas de tipo negativo, entonces también nuestra vida será negativa.
La vida consiste en una serie sucesiva de reacciones negativas que se dan como respuestas incesantes a las impresiones que llegan a la mente. Luego, nuestra tarea consiste en transformar las impresiones de la vida de modo que no provoquen este tipo de respuesta negativa. Pero para lograrlo es necesario estar auto-observándose de instante en instante, de momento en momento. Es urgente, pues, estar estudiando nuestras propias impresiones.
No se puede dejar que las impresiones lleguen de un modo subjetivo y mecánico. Si comenzamos con dicho control, esto equivale a empezar la vida, a empezar a vivir más conscientemente. Un individuo puede darse el lujo de que las impresiones no lleguen mecánicamente, al actuar así, transforma las impresiones y entonces empieza a vivir conscientemente.
El Primer Choque Consciente consiste en transformar las impresiones que nos llegan. Si se consigue transformar las impresiones que llegan a la mente en el momento de su entrada, se consiguen magníficos resultados que benefician a nuestra existencia.
Siempre se puede trabajar en el resultado de las impresiones. Claro está que caducan sin efecto mecánico ya que esta mecanicidad suele ser desastrosa en el interior de nuestra psiquis.
Este trabajo esotérico gnóstico debe ser llevado hasta el punto donde entran las impresiones, porque son distribuidas mecánicamente en lugares equivocados por la personalidad para evocar antiguas reacciones.
Voy a tratar de simplificar esto. Pongamos como ejemplo lo siguiente: Si arrojamos una piedra a un lago cristalino, en el lago se producen impresiones y la respuesta a esas impresiones dadas por la piedra se manifiesta en ondas que van desde el centro a la periferia.
Ahora, imagínense a la mente como un lago. De pronto, aparece la imagen de una persona, esa imagen es como la piedra de nuestro ejemplo que llega a la mente. Entonces, la mente reacciona en forma de impresiones. Las impresiones son las que produce la imagen que llega a la mente y las reacciones son las respuestas a tales impresiones.
Si se tira una pelota contra un muro, el muro recibe las impresiones, luego viene la reacción que consiste en el regreso de la pelota a quien la mandó. Bueno, puede ser que no llegue directamente pero de todas maneras rebota la pelota y eso es reacción.
El mundo está formado por impresiones, por ejemplo: Nos llega la imagen a la mente a través de los sentidos. No podemos decir que ha llegado la mesa o que la mesa se ha metido en nuestro cerebro, eso es absurdo, pero sí está metida la imagen de la mesa, entonces nuestra mente reacciona inmediatamente diciendo: Esta es una mesa de madera o de metal, etc.
Hay impresiones que no son muy agradables, por ejemplo: Las palabras de un insultador ¿no? ¿Podríamos transformar las palabras de un insultador?
Las palabras son como son, entonces, ¿qué podríamos hacer? Transformar las impresiones que tales palabras nos producen y esto es posible. La Enseñanza gnóstica nos enseña a cristalizar la Segunda Fuerza, el Cristo en nosotros, mediante el postulado que dice: "Hay que recibir con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes. "
En el postulado anterior se encuentra el modo de transformar las impresiones que producen en nosotros las palabras de un insultador. Recibir con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes. Este postulado nos llevará naturalmente hasta la cristalización de la Segunda Fuerza, el Cristo en nosotros; hará que el Cristo venga a tomar forma en nosotros.
Si del mundo físico no conocemos sino las impresiones, entonces, propiamente, el mundo físico no es tan externo como creen las gentes. Con justa razón dijo Emmanuel Kant: "Lo exterior es lo interior. " Si lo interior es lo que cuenta, debemos pues transformar lo interior. Las impresiones son interiores, por lo tanto, todos los objetos y cosas, todo lo que vemos, existe en nuestro interior en forma de impresiones.
Si nosotros no transformamos las impresiones nada cambiará en nosotros. La lujuria, codicia, orgullo, odio, etc., existen en forma de impresiones dentro de nuestra psiquis que vibra incesantemente.
El resultado mecánico de tales impresiones han sido todos esos elementos inhumanos que llevamos dentro y que normalmente los hemos llamado yoes, que en su conjunto, constituyen el mí mismo, el sí mismo.
Supongamos, como ejemplo, que un individuo ve a una mujer provocativa y que no transforma esas impresiones, el resultado será que las mismas, de tipo lujurioso, producen en él el deseo de poseerla. Tal deseo viene a ser el resultado de la impresión recibida y se cristaliza, toma forma en nuestra psiquis y se convierte en un agregado más, es decir, en un elemento inhumano, un nuevo tipo de yo lujurioso que viene a agregarse a la suma de elementos inhumanos que en su totalidad constituyen el ego.
En nosotros existe ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza y gula. Ira, ¿por qué? Porque muchas impresiones llegaron a nosotros, a nuestro interior, y nunca las transformamos. El resultado mecánico de tales impresiones de ira forman los yoes que existen y que vibran en nuestra psiquis y que constantemente nos hacen sentir coraje.
Codicia, ¿por qué? Indubitablemente, muchas cosas despertaron en nosotros codicia: el dinero, las joyas, las cosas materiales de toda clase, etc. Esas cosas, esos objetos, llegaron a nosotros en forma de impresiones. Nosotros cometimos el error de no haber transformado esas impresiones en otras cosas diferentes, en una atracción por la belleza, en alegría, etc. Tales impresiones no transformadas, naturalmente se convirtieron en yoes de codicia que ahora cargamos en nuestro interior.
Lujuria, ¿por qué? Ya dije que distintas formas de lujuria llegaron a nosotros en forma de impresiones, es decir, surgieron en el interior de nuestra mente imágenes de tipo erótico cuya reacción fue la lujuria. Como quiera que nosotros no transformamos esas ondas lujuriosas, ese erotismo malsano, naturalmente que el resultado no se hizo esperar, nacieron nuevos yoes morbosos en nuestra psiquis.
Así pues, hoy mismo nos toca trabajar sobre las impresiones que tengamos en nuestro interior y sobre sus resultados mecánicos. Dentro tenemos impresiones de ira, codicia, gula, orgullo, pereza y lujuria. También tenemos dentro los resultados mecánicos de tales impresiones, manojo de yoes pendencieros y gritones que ahora necesitamos comprender y eliminar.
Tal trabajo de nuestra vida consiste en saber transformar las impresiones, y también, en saber eliminar los resultados mecánicos de impresiones no transformadas en el pasado.
El mundo exterior propiamente no existe. Lo que existen son impresiones y las impresiones son interiores, y las reacciones de tales impresiones son completamente interiores.
Nadie podría decir que está viendo un árbol en sí mismo. Estará viendo la imagen del árbol pero no el árbol. La cosa en él, como decía Emmanuel Kant, nadie la ve, se ve la imagen de las cosas, es decir, surge en nosotros la impresión sobre un árbol, sobre una cosa, y éstas son internas, son de la mente.
Si uno no hace modificaciones propias, internas, el resultado no se deja esperar: se produce el nacimiento de nuevos yoes que vienen a esclavizar aún más a nuestra esencia, a nuestra conciencia, que vienen a intensificar más el sueño en que vivimos.
Cuando se comprende realmente todo lo que existe dentro de uno mismo con relación al mundo físico, que no son más que impresiones, comprende también la necesidad de transformar esas impresiones, y al hacerlo, se produce la transformación de uno mismo.
No hay cosa que duela más que la calumnia o las palabras de un insultador. Si uno es capaz de transformar las impresiones que nos producen tales palabras, pues esas quedan entonces sin valor alguno, es decir, quedan como un cheque sin fondos. Ciertamente, las palabras de un insultador no tienen más valor que el que les da el insultado. Así que si el insultado no les da valor, repito, quedan como un cheque sin fondos. Cuando uno comprende esto, transforma entonces las impresiones de tales palabras, por ejemplo, en algo distinto, en amor, en compasión por el insultado y esto, naturalmente, significa transformación. Así pues, necesitamos estar transformando incesantemente las impresiones, no sólo las presentes sino las pasadas y las futuras.
Dentro de nosotros existen muchas impresiones que cometimos el error en el pasado de no haberlas transformado, y muchos resultados mecánicos de las mismas que son los tales yoes que ahora hay que desintegrar, aniquilar, a fin de que la conciencia quede libre y despierta.
Es indispensable reflexionar sobre lo que estoy diciendo. Las cosas, las personas, no son más que impresiones dentro de nosotros, dentro de nuestras mentes. Si transformamos esas impresiones, transformamos radicalmente nuestra vida.
Cuando en uno hay, por ejemplo, orgullo, éste tiene por basamento a la ignorancia. Sentirse, por ejemplo, una persona orgullosa de su posición social, de su dinero. Pero si esa persona, por ejemplo, piensa que su posición social es una cuestión meramente mental, que son una serie de impresiones que han llegado a su mente, impresiones sobre su estado social; cuando piensa que tal estado no es más que una cuestión mental o cuando analiza la cuestión de su valor, viene a darse cuenta que su posición existe en su mente en forma de impresiones. Esa impresión que produce el dinero y la posición social, no es más que las impresiones externas de la mente. Con el solo hecho de comprender que son sólo impresiones de la mente, hay transformación sobre las mismas. Entonces, el orgullo, por sí mismo, decae, se desploma y nace en forma natural en nosotros la humildad.
Continuando el estudio de los procesos de la transformación de las impresiones, proseguiré con algo más. Por ejemplo, una imagen de una mujer lujuriosa llega a la mente o surge en la mente, tal imagen es una impresión, eso es obvio. Nosotros podríamos transformar esa impresión lujuriosa mediante la comprensión. Bastaría con que pensáramos en ese instante que esa mujer ha de morir y que su cuerpo se volverá polvo en el panteón, y si con la imaginación viésemos su cuerpo en desintegración dentro de la sepultura, sería esto más que suficiente como para transformar esa impresión lujuriosa en castidad. Si no se transforma, se sumará a los otros yoes de la lujuria.
Conviene que mediante la comprensión transformemos las impresiones que surgen en la mente. Resulta altamente lógico que el mundo exterior no es tan exterior como normalmente se cree. Es interior todo lo que nos llega del mundo porque no son más que impresiones internas.
Nadie podría meter un árbol dentro de su mente, una silla, una casa, un palacio, una piedra. Todo llega a nuestra mente en forma de impresiones, eso es todo; impresiones de un mundo que llamamos exterior y que realmente no es exterior como se cree. Resulta impostergable que nosotros transformemos las impresiones mediante la comprensión. Si alguien nos saluda, nos alaba, ¿cómo podríamos transformar la vanidad que tal o cual adulador podría provocar en nosotros? Obviamente, las alabanzas, las adulaciones, no son más que impresiones que nos llegan a la mente y ésta reacciona en forma de vanidad; pero si se transforman esas impresiones, la vanidad se hace imposible. ¿Cómo se transformarían las palabras de un adulador? Mediante la comprensión. Cuando uno realmente comprende que no es más que una infinitesimal criatura en un rincón del Universo, de hecho transforma por sí mismo esas impresiones de alabanza, de lisonja, en algo distinto; convierte a tales impresiones en lo que son: polvo, polvareda cósmica, porque comprende uno su propia posición.
Sabemos que la Galaxia en que vivimos está compuesta por millones de mundos. ¿Qué es la Tierra? Es una partícula de polvo en el infinito. Y si nosotros dijéramos que somos unos organismos microorgánicos de esa partícula, ¿entonces qué? Si nosotros comprendiéramos esto cuando nos adulan, haríamos una transformación de las impresiones que se relacionan con la lisonja y la adulación o alabanza y no reaccionaríamos como resultado en forma de orgullo.
Tanto más reflexionemos en esto, veremos más y más la necesidad de una transformación completa de las impresiones.
Todo lo que vemos externo es interior. Si no trabajamos con el interior vamos por el camino del error porque no modificaremos nuestros hábitos. Si queremos ser distintos, necesitamos transformarnos íntegramente, y debemos empezar por transformar las impresiones. Transformando las impresiones animales y bestiales en elementos de devoción, entonces surge en nosotros la transformación sexual, la transmutación.
Incuestionablemente, este aspecto de las impresiones merece ser analizado en forma clara y precisa. La personalidad, que hemos recibido o adquirido, recibe las impresiones de la vida pero no las transforma porque prácticamente es algo muerto.
Si las impresiones cayeran directamente sobre la Esencia, es obvio que serían transformadas porque, de hecho, ella las depositaría exactamente en los centros correspondientes de la máquina humana.
Personalidad es el término que se aplica a todo cuanto adquirimos. Es claro que traduce impresiones de todos los lados de la vida de un modo limitado y prácticamente estereotipado con arreglo a su calidad y asociación.
A este respecto, en el trabajo esotérico gnóstico, se compara a veces a la personalidad como una pésima secretaria que está en la oficina de enfrente, que se ocupa de todas las ideas, conceptos, preconceptos, opiniones y prejuicios. Tiene muchísimos diccionarios, enciclopedias de todo género, libros de referencia, etc., y está incomunicada con los centros, es decir, el mental, el emocional y los centros físicos -intelectual, motor, emocional, instintivo y sexual-, con arreglos a sus inusitadas ideas. Como consecuencia o corolario, resulta de ello que se pone en comunicación casi siempre con centros equivocados. Esto significa que las impresiones gque llegan son enviadas a centros equivocados, es decir, a lugares que no le corresponden, produciendo, naturalmente, resultados equivocados.
Pondré un ejemplo para que se me entienda mejor: Supongamos que una mujer atiende con mucha consideración y respeto a un caballero; claro es que las impresiones que el caballero está recibiendo en su mente son recibidas por la personalidad y ésta las manda a centros equivocados. Normalmente las manda al centro sexual y este caballero llega a creer firmemente que la dama está enamorada de él, y como es lógico, no tarda mucho tiempo en que él se apresure a hacerle insinuaciones de tipo amoroso. Indubitablemente, si aquella dama jamás ha tenido esa clase de preocupaciones por el caballero, no deja de sentirse, con mucha razón, sorprendida. Ese es el resultado de una pésima transformación de las impresiones. Vemos aquí cuán mala secretaria es la personalidad. Indiscutiblemente, la vida de un hombre depende de esta secretaria que busca la transformación en sus libros de referencia, sin comprender en absoluto lo que significa en realidad el suceso y transmite, en consecuencia, sin preocupaciones por lo que pueda ocurrir, pero sintiendo únicamente que está cumpliendo con su deber.
Esta es nuestra situación interior. Lo que importa comprender en esta alegoría es que la personalidad humana que nosotros adquirimos y que debemos adquirir, empieza a hacerse cargo de nuestra vida.
Incuestionablemente, es inútil imaginar que esto sucede solamente a ciertas y determinadas personas, les sucede a todos quien quiera que sea.
Se halla en la observación de que sí existen numerosas reacciones características producidas por las impresiones que nos llegan. Estas reacciones mecánicas, desgraciadamente, nos gobiernan. Es claro que cada quien en la vida, está gobernado por la vida misma, no importa que se llame liberal o conservador, revolucionario o bolchevique, bueno o malo en el sentido de la palabra.
Es obvio que estas reacciones ante los impactos del mundo exterior constituyen nuestra propia vida. La humanidad, en este sentido, podemos decir en forma enfática, que es completamente mecanicista.
Cualquier hombre, en la vida, se ha formado una enorme cantidad de reacciones que vienen a ser las experiencias prácticas de su existencia. Es claro que toda acción produce su reacción, acciones de cierto tipo, y a tales reacciones se les llama experiencias.
Lo importante sería, por ejemplo, a fin de conocer mejor nuestras acciones y reacciones, poder relajar la mente. Esto del "relajamiento mental" es magnífico. Recostarse uno en su lecho o en un cómodo sillón, relajar todos los músculos pacientemente y luego vaciar la mente de toda clase de pensamientos, deseos, emociones, recuerdos. Cuando la mente está quieta, cuando la mente está en silencio, podemos conocernos mejor a sí mismos. En tales momentos de quietud y silencio mental, es cuando realmente venimos a vivenciar en forma directa el crudo realismo de todas las acciones de la vida práctica.
Cuando la mente se encuentra en absoluto reposo, vemos a multitud de elementos y sub-elementos, acciones y reacciones, deseos, pasiones, etc., como algo ajeno a nosotros, pero que aguarda el instante preciso para poder realizar su control sobre nosotros mismos, sobre nuestra personalidad. He ahí el motivo por el cual vale el silencio y la quietud de la mente. Obviamente, la relajación del entendimiento es benéfica en el sentido más completo de la palabra, pues nos conduce al autoconocimiento individual.
Así es que toda la vida, es decir, la vida exterior, lo que vemos y vivimos, es para cada persona su reacción a las impresiones que llegan del mundo físico.
Es un gran error pensar que lo que es llamado vida sea una cosa fija, sólida, la misma para cualquier persona. Ciertamente, no hay una sola persona que tenga las mismas impresiones que con respecto a la vida existen en el género humano, porque son infinitas.
La vida, ciertamente, son nuestras impresiones en ella y es claro que nosotros podemos, si nos proponemos, transformar tales impresiones. Pero como se dijo, esta es una idea muy difícil de entender o comprender, debido a que es muy poderoso el hipnotismo de los sentidos.
Aunque parezca increíble, todos los seres humanos se hallan en estado de "hipnotismo colectivo". Tal hipnosis es producida por el estado residual del abominable órgano Kundartiguador; cuando se eliminó éste, quedaron los diversos agregados psíquicos o elementos inhumanos que en su conjunto constituyen el mí mismo, el sí mismo. Estos elementos y sub-elementos, a su vez, condicionan a la conciencia y la mantienen en estado de hipnosis. Así pues, existe la hipnosis de tipo colectivo. ¡Todo el mundo está hipnotizado !
La mente está enfrascada en el mundo de los cinco sentidos y no acierta a comprender cómo podría independizarse de ellos, cree firmemente que es un Dios. Nuestra vida interior, la verdadera vida de pensamiento y sentimiento, sigue siendo confusa para nuestras concepciones meramente razonativas a intelectivas. No obstante, al mismo tiempo sabemos muy bien que el lugar donde realmente vivimos es nuestro mundo de pensamiento y sentimiento, esto es algo que nadie puede negar.
La vida son nuestras impresiones y éstas pueden ser transformadas. Necesitamos aprender a transformar nuestras impresiones, empero, no es posible transformar cosa alguna en nosotros si seguimos apegados al mundo de los cinco sentidos.
Como he dicho en mi Tratado de Psicología Revolucionaria, la experiencia enseña a uno que el trabajo esotérico gnóstico, si es negativo, se debe a la culpa propia.
Desde el punto de vista sensorial es que ésta o aquella persona del mundo exterior a quien uno ve y oye por medio de los ojos y los oídos, tiene la culpa; esta persona a su vez dirá que nosotros somos los culpables, pero realmente la culpa está en las impresiones que nosotros tengamos sobre las personas. Muchas veces pensamos que una persona es perversa cuando en el fondo es una mansa oveja.
Conviene mucho aprender a transformar todas las impresiones que tengamos sobre la vida. "Hay que aprender a recibir con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes."
EL PSICOANÁLISIS
La didáctica que existe para conocer y eliminar los valores positivos y negativos que cargamos dentro, existe, y se llama Psicoanálisis íntimo.
Es necesario apelar al psicoanálisis íntimo. Cuando uno apela al psicoanálisis íntimo, para conocer los defectos de tipo psicológico, surge una gran dificultad, quiero referirme en forma enfática a la fuerza de la contratransferencia.
Uno puede auto-investigarse, uno puede introvertirse, mas cuando lo intenta, surge la dificultad de la contratransferencia. Pero la solución está en transferir nuestra atención hacia adentro con el propósito de auto-explorarse, para auto-conocernos y eliminar los valores negativos que nos perjudican psicológicamente en lo social, en lo económico, en lo político y hasta en lo espiritual.
Desafortunadamente, repito, cuando uno trata de introvertirse para auto-explorarse y conocerse a sí mismo, de inmediato surge la contratransferencia. La contratransferencia es una fuerza que dificulta la introversión. Si no existiese la contratransferencia, la introversión sería más fácil.
Cuando uno se conoce a sí mismo puede cambiar. Mientras uno a sí mismo no se conozca, cualquier cambio resultará subjetivo, podríamos auto engañarnos pensando que estamos muriendo con solo orar y pedir, ante todo, necesitamos el auto-análisis. ¿Cómo se vencería la fuerza de la contratransferencia que dificulta el psicoanálisis íntimo o el auto-análisis? Esto solamente sería posible mediante el análisis transaccional y el análisis estructural.
Cuando uno apela al análisis estructural, conoce esas estructuras psicológicas que dificultan y hacen imposible la introspección íntima; conociendo tales estructuras las comprendemos, y comprendiéndolas, podemos entonces vencer el obstáculo.
Mas necesitamos algo más, necesitamos también el análisis transaccional. Existen las transacciones bancarias, comerciales, etcétera, como también existen las transacciones psicológicas.
Los diversos elementos psíquicos que en nuestro interior cargamos, están sometidos a las transacciones, a los intercambios, a las luchas, a los cambios de posición, etc. No son algo inmóvil, existen siempre en estado de movimiento.
Cuando uno, mediante el análisis transaccional, conoce los distintos procesos psicológicos, las diversas estructuras, entonces la dificultad para la introspección psicológica concluye. Posteriormente se realiza la auto-exploración del mí mismo con pleno éxito.
Quien logre la auto-exploración plena sobre tal o cual defecto, ya para conocer la ira, ya para conocer la codicia, la lujuria, la pereza, la gula, etc., puede realizar avances psicológicos formidables, antes solo se estará auto engañando.
Para lograr la auto-exploración plena, habrá que empezar primero por segregar el defecto que queremos eliminar de sí mismos, para que posteriormente sea disuelto.
Defecto desintegrado libera algún porcentaje de Esencia anímica. A medida que vayamos desintegrando cada uno de nuestros falsos valores, es decir, nuestros defectos, la Esencia anímica embotellada entre los mismos, será liberada, y por último, la Esencia psicológica totalmente liberada nos transformará radicalmente. Será en ese preciso instante en el que los valores eternos del Ser se expresen a través de nosotros. Incuestionablemente, esto sería maravilloso no solamente para sí mismos, sino para la humanidad.
Cuando se haya conseguido desintegrar o disolver completamente los valores negativos, nos respetaremos a sí mismos y a los demás, convirtiéndonos, dijéramos, en una fuente de bondad para todo el mundo, en una criatura perfecta, consciente y maravillosa.
. EL RASGO PSICOLÓGICO CARACTERÍSTICO PARTICULAR
Todos los seres humanos son mecanicistas en un ciento por ciento. Inconscientes, trabajando con la conciencia dormida, viven dormidos sin saber de dónde vienen y ni para dónde van, están profundamente hipnotizados.
La hipnosis, que es colectiva y fluye en toda la naturaleza, deviene del abominable órgano Kundartiguador. Esta raza está hipnotizada, inconsciente, sumergida en el sueño más profundo.
Solamente es posible el despertar destruyendo el yo, el ego. Tenemos que reconocer con entera claridad que algunas veces hemos hablado sobre el Rasgo Psicológico Característico Particular-RPCP-de cada persona.
Ciertamente, cada persona tiene su rasgo psicológico característico particular, eso es cierto. Unos tendrán como rasgo característico a la lujuria, otros tendrán al odio, para otros será la codicia, etc. El rasgo, es la suma de varios elementos psicológicos característicos particulares.
Para cada RPCP existe siempre un evento definido, una circunstancia precisa. ¿Que un hombre es lujurioso? Siempre habrá circunstancias de lujuria en su vida acompañadas de determinados problemas. Estas circunstancias se repiten siempre.
Necesitamos conocer nuestro RPCP si queremos pasar a un nivel superior del Ser y eliminar de nosotros los elementos indeseables que constituyen el rasgo psicológico.
Uno es el nivel de la mujer digna y modesta y otro es el nivel de la mujer indigna e inmodesta. Hay distintos niveles del Ser.
¿Ya nos hemos dado cuenta de nuestro propio nivel del Ser, del nivel del Ser en el que nos encontramos? ¿Estamos conscientes de que estamos hipnotizados y dormidos?.
El animal intelectual se identifica no solamente con las cosas externas, sino que también anda identificado consigo mismo, con sus pensamientos lujuriosos, con sus borracheras, con sus iras, con sus codicias, con su auto-importancia, con su vanidad, con el orgullo místico, con el auto-mérito, etc.
¿Hemos reflexionado, acaso, que no sólo nos hemos identificado con lo exterior, sino también con eso que es vanidad y orgullo? Por ejemplo: ¡Triunfamos hoy! Mas, ¿triunfamos sobre el día o el día triunfó sobre nosotros? ¿Estamos seguros de no habernos identificado con algún pensamiento morboso, codicioso, orgulloso, un insulto o con alguna preocupación o deuda, etc.? ¿Estamos seguros de que triunfamos sobre el día o que el día triunfó sobre nosotros?
¿Qué hicimos hoy día? ¿Ya nos dimos cuenta del nivel del Ser en que nos encontramos? ¿Pasamos a un nivel superior del Ser o nos quedamos donde estábamos?
En cada nivel del Ser existen determinadas amarguras, determinados sufrimientos, eso es obvio. Todos se quejan de que sufren, de que tienen problemas, del estado en que se encuentran y de sus luchas. Entonces, pregunto una cosa, ¿se preocupa el animal intelectual por pasar a un nivel superior del Ser?
Cada vez que nosotros demos un paso hacia un nivel superior del Ser, nos independizaremos de las fuerzas ejecutivas de la catexis suelta.
De manera que si nosotros no conocemos nuestro RPCP vamos muy mal. Necesitamos conocerlo si es que queremos pasar a un nivel superior del Ser y eliminar de nosotros los elementos indeseables que constituyen ese RPCP, de lo contrario, ¿cómo pasaremos a un nivel superior del Ser?
El animal intelectual quiere dejar de sufrir, pero no hace nada por cambiar, no lucha por pasar a un nivel superior del Ser, entonces, ¿cómo puede cambiar?
Hay hombres, mequetrefes, que se sienten como un dios, esta clase de individuos son mitómanos de la peor clase, del peor gusto. El que se siente un sabio porque tiene algunos conocimientos pseudo-esotéricos en su mente y piensa que ya es un gran iniciado, ha caído en la mitomanía, está lleno de sí mismo.
Cada uno de nosotros no es más que un vil gusano del lodo de la tierra; cuando hablo así empiezo por mí. Estar llenos de sí mismos, tener falsas imágenes de sí mismos, fantasías de sí mismos, es estar en niveles inferiores del Ser.
Uno se identifica consigo mismo pensando que va a tener mucho dinero, un lindo automóvil último modelo o que la novia le quiere, que es un gran señor o que es un sabio. Hay muchas formas de identificarse con uno mismo. Uno tiene que empezar por no identificarse consigo mismo, y después, no identificarse con las cosas de afuera.
Cuando uno no se identifica, por ejemplo, con un insultador, le perdona, le ama, no puede herirle; y si alguien le hiere a uno el amor propio, pero uno no se identifica con el amor propio, pues es claro que no puede sentir dolor alguno, puesto que no le duele.
Si primero que todo nos identificamos consigo mismos y luego con las vanidades del mundo exterior, entonces no podemos perdonar; recordemos la oración del Señor: "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores..." Pero digo algo más: no basta simplemente con perdonar, sino que hay que cancelar las deudas. Alguien podría perdonar a un enemigo pero no cancelaría las deudas jamás. Hay que ser sinceros, necesitamos cancelar...
Dice también el Evangelio del Señor: "Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad... " Esta es una frase que nadie ha entendido. Bienaventurados, dijéramos, los no resentidos. Si uno está resentido, ¿cómo puede ser manso? El resentido se las pasa haciendo cuentas; ¡Yo que le hice tantos favores... Yo le protegí, le hice tantas obras de caridad y vea cómo me ha pagado, este amigo a quien tanto le serví y ahora no es capaz de servirme! Estas son las "cuentas" del resentido.
Si nosotros verdaderamente nos tornamos mansos mediante la no identificación, entonces llegaremos a ser felices. Pero es necesario no solamente no identificarnos con nuestros pensamientos de lujuria, de odio, de venganza, de rencor, de resentimiento, no; hay que eliminar de nosotros a los Demonios Rojos de Seth, a esos agregados psíquicos que personifican nuestros defectos de tipo psicológico.
Tenemos que comprender, por ejemplo, lo que es el proceso del resentimiento, hay que hacerle la disección al resentimiento. Cuando uno llega a la conclusión de que el resentimiento se debe a que poseemos en nuestro interior el amor propio, entonces luchamos por eliminar el ego del amor propio, que fue el que activo el resentimiento. Pero hay que comprenderlo para poderlo eliminar, no podríamos eliminarlo si antes no lo hemos comprendido previamente, tenemos que encontrar el defecto que funciona como resorte activador a nuestros procesos psicológicos.
Para poder eliminar se necesita de Devi Kundalini Shakti, sólo ella puede desintegrar cualquier defecto psicológico, incluyendo al yo del amor propio.
¿Estamos nosotros seguros de no estar resentidos con alguien? ¿Quién de nosotros está seguro de no estar resentido y de no estar haciendo cuentas? ¿Quién?
Necesitamos morir de instante en instante. Sólo con la muerte adviene lo nuevo. Si el germen no muere, la planta no nace. Necesitamos aprender a vivir, liberarnos de esa herencia lunar que tenemos.
LOS ESTADOS DEL EGO
Los estados del ego se encuentran clasificados de la siguiente forma:
*ESTEREOPSIQUICOS: Son los estados identificativos que se encuentran íntimamente relacionados con las percepciones exteriores que se reciben a través de los cinco sentidos y que están vinculadas con el mundo de las impresiones.
*NEOPSIQUICOS: Son los estados procesadores de datos, es decir, los que bien interpretan o mal interpretan todas las múltiples situaciones que vive el animal intelectual. En estos estados trabaja nuestra mala secretaria que es la personalidad
*ARQUEOPSIQUICOS: Son los estados regresivos-memoria del ego-que se encuentran en los 49 niveles del subconsciente. Son los recuerdos del pasado que están archivados en forma fotográfica y fonográfica.